lunes, 8 de octubre de 2012


En una ocasión, antes de dar inicio a mi sección diaria 'Semillas para el 
espíritu', del programa 'Muy buenos días', me dijo Mario el presentador:
Jaime, hay una niña discapacitada que vive con su tía en un tugurio, en 
condiciones infrahumanas, y necesita una silla de ruedas'.

Ese día conté el caso 
de esta niña y hablé 
de la importancia del 
servicio amoroso y 
de dar sin esperar 
retribución. 
Recuerdo haber 
dicho enfáticamente 
que aquellas cosas 
inutilizadas tras seis 
meses ya no nospertenecen y, por lo 
tanto, deben darse a 
alguien que las 
necesite.


Expliqué con 
claridad que 
los cuartos de 
triques, donde se 
guardan cobijas, 
herramientas, 
cuadros, bicicletas, 
coches de niños, 
juguetes, etc., etc.., 
no deberían existir.


Al final de mi sección llamaron alrededor de 100 personas, 99 de las cuales 
dijeron que también necesitaban silla de ruedas, y sólo una señora ofreció una 
silla que podían pasar a recoger
Le dije que sería una buena idea que ella fuera con la silla al estudio de 
televisión para que juntos se la entregáramos a la niña, que vivía en el barrio 
Simón Bolívar. La señora me respondió que confiaba en mí, que no había 
problema en que recogieran la silla, y yo le comenté que no era cuestión de 
confianza sino de sentir la satisfacción de entregarla personalmente: 


'Yo quiero que usted me acompañe y experimente el placer tan grande que es 
dar y la felicidad que se siente al servir. Usted no tiene ni la menor idea de lo 
rico que es experimentarlo'. Le expliqué entonces que una cosa es conocer a 
fondo una manzana, su textura, su color y su forma, y otra meterle un buen 
mordisco y experimentar su sabor.

Después de esto, ella accedió y nos fuimos al cerro del Ahorcado, en 
Ciudad Bolívar, al que algunas veces la gente sube para colgarse de un 
árbol debido a la desesperación. El alcantarillado iba por fuera y rodaba 
por un canal enclavado en la pendiente.

Al sentir el frío y la podredumbre del ambiente la señora quiso devolverse, 
pero finalmente llegamos al cuarto oscuro y denso donde se encontraba 
aquella criatura de doce años. 

Según nos contaron, los senos incipientes de la niña estaban totalmente 
estropeados por los callos y las llagas, pues llevaba gran parte de su vida 
arrastrándose por el piso como una culebra. 

Al levantarla de la cama sentí un 
olor peor que el de las 
alcantarillas. Entonces 
la sentamos en la silla de ruedas 
y fuimos a dar una vuelta. En 
cuanto la niña salió a la luz del 
sol y vio la montaña empezó a 
dar unas risotadas exageradas. 

Por un momento creí que era 
retrasada mental, pero lo que 
sucedía realmente era que nunca 
había salido a dar un paseo y en 
pleno año 2009 no había visto 

un camión.

Continuamos nuestro paseo hasta llegar a una esquina donde nos dijeron 
que preparaban un asado muy rico y decidimos probar. Mientras 
comíamos, la señora lloraba y lloraba. Le pregunté entonces por qué lloraba 
tanto y me respondió: 'Jaime, usted no tiene la menor idea del motivo por el 
que estoy llorando'. Le dije que, en efecto, ella debía sentirse feliz al hacer 
tan buena obra por aquella niña.


Entonces me miró y me dijo con la voz entrecortada: 'Lloro Jaime, porque 
tuve esta silla de ruedas en el garaje de mi casa por más de ocho años. 
Lloro de pensar que esta niña se arrastró como una culebra durante todos 
estos años, mientras esa silla se oxidaba y dañaba por falta de uso. Ella 
nunca pudo dar un paseo como el que está dando ahora, lloro por las 
oportunidades que tuve para ayudar a otros y por no haber hecho nada'.

Así pues, el dolor se produce cuando no actuamos. Espero que este 
mensaje sea de tu agrado y lo puedas poner en práctica en tu vida.

Con cariño:

Jaime Jaramillo, ' Papá Jaime', creador 
de la Fundación Niños de los Andes y 
nominado al premio Nobel de la paz, 
dirige talleres y conferencias en diferentes 
países.

 Un niño puede estar necesitando algo de lo que tienes abandonado en el 
cuarto de los triques. 


¿Eres de esas personas que guardan todo, porque 
son "cosas que algún día pueden servir“…pero 
llevan años en el cuatro de los triques de tu casa? 

No acumules cosas que ya no necesitas, a otras 
personas les hacen falta… Esas muletas que 
usaste cuando te rompiste la pierna, ya no las 
necesitas, pero hay otras personas que sí las 
necesitan. Esas cobijas que ya no usas, las 
necesita aquel indigente que se muere de frío 
en invierno…

¿Recuerdas esos pantalones que te pusiste una sola vez, 
porque viste que tu amiga tenía unos iguales...no pienses: 
¡cómo los voy a regalar si están nuevecitos!... No se regala solo 
lo viejo e inservible, eso no tiene ningún mérito, cuando se da de 
corazón, se da lo que a ti te gustaría que te dieran si estuvieses 
necesitado(a). Desocupa hoy mismo tu cuarto de los triques y 
regala un poquito de felicidad a esos niños o personas mayores 
que están sufriendo carencias.

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